Una semana en La Paz, ciudad maravillosa

Panorámica de La Paz

Nuestra experiencia en La Paz fue algo más que una estancia turística pues encontramos en esta ciudad lo más parecido a un hogar desde que habíamos salido de Barcelona 🙂

Nuestras expectativas eran altas, porque dado que había sido elegida como una de las nuevas ciudades maravilla del mundo en diciembre de 2014, queríamos conocer qué hacía tan especial este lugar como para que tantas personas lo destacaran.

Llegamos una mañana de domingo bien temprano desde Uyuni, tras haber estado durmiendo más de 10 horas como angelitos en un autobús “cama” (con asientos amplios y reclinables) que tomamos tras regresar de nuestro tour de 3 días por el Salar de Uyuni y la Reserva Nacional Pedro Abaroa.

Al llegar a La Paz, en la misma terminal de buses, decidimos ir a visitar el centro y para ubicarnos Jaume se dirigió a la “policía turística”, cuya misión es velar por la integridad y seguridad del turista -lo cual nos pareció realmente curioso y reconfortante-, para conseguir un mapa y algo de información. Estos hombres, además de darnos indicaciones para llegar desde la terminal hacia diferentes puntos turísticos y hacia la casa de Airbnb donde nos íbamos a hospedar, nos consultaron si es que estábamos interesados en el partido de fútbol de la tarde… porque casualmente nuestra casa estaba relativamente cerca del estadio principal de la ciudad, el Estadio Olímpico Hernando Siles, y les habíamos preguntado por él. Nosotros -que no sabíamos nada del fútbol boliviano hasta aquel momento- nos interesamos por aquel partido… y resultó que casualmente aquel domingo se jugaba el derbi más importante del país entre los dos principales equipos de la liga: el Bolívar y The Strongest, ambos de la ciudad de La Paz, a escasos metros de nuestro alojamiento… Así que lo vimos claro: aquella tarde iba a ser tarde de fútbol.

Estadio Hernando Siles

Iniciamos nuestro paseo por la Plaza Murillo, donde se encuentra la Catedral Metropolitana Nuestra Señora de la Paz, el Palacio de Gobierno… y apreciamos ya un estilo muy propio de la ciudad: una mezcla cotidiana entre tradición y modernidad; entre lo originario y lo importado; entre la cholita (mujer típica boliviana con vestimenta amplia y colorida, gorro abombado y trenzas) y la mujer moderna; entre lo quechua, lo aimara y lo español… aunque manteniendo mucho más un estilo local que lo que luego pudimos ver en Perú.

De hecho, las elecciones en La Paz se acercan y la propaganda y los mítines políticos abundaban en la ciudad. Muestra de ello fue una de las primeras estampas que vimos y que nos llamó la atención: la de la candidatura de “Felipa Gobernadora” del partido de Evo Morales, que quiere llevar al poder en esta gran urbe a la primera mujer “originaria” (como a ellos les gusta ser denominados).

Meeting político en la Plaza San Francisco

Unas horas después fuimos hasta nuestro alojamiento en La Paz, el que sería nuestro hogar durante una semana, no sólo por las paredes que nos cobijaban, que además de acogedoras tenían un equipamiento de lujo: con un sofá genial, TV de 45”, cocina, baño, lavadora y hasta patio con jardín… sino también por las personas que nos acompañaron durante estos días y con los que alcanzamos una conexión especial: nuestros compañeros Tengyo (un vagamundo nacido en Japón), Bruno (un suizo expatriado en el Paraguay) y “la familia”, los propietarios del piso que vivían en el apartamento contiguo, formada por Rosario, una madre que nos acogió como a hijos propios, y 2 de sus hijos, Martin, que nos hizo de compañero de visitas y guía hasta el último día, y la dulce Verónica, que rezumaba bondad por los cuatro costados.

Pero dejando atrás la melancolía y la parte más humana y emotiva… ¿qué nos ofreció La Paz? Pues una diversidad de paisajes y experiencias que se extienden por su empinado horizonte de casas sin fin a más de 4.000km de altura y que son capaces de transportarte a otras épocas y a otras culturas…

¿Qué hicimos durante una semana en La Paz?

Nosotros disfrutamos en La Paz de actividades turísticas y experiencias humanas… Y es que La Paz es una ciudad genial para perderte y encontrarte, para explorar durante al menos 4 días en los que no te vas a acostumbrar a la altitud y para experimentar las 4 estaciones del año (con frío invernal, viento y lluvia otoñales, calor de verano y entretiempo de primavera), así que si vais, lo mejor es llevar todo tipo de ropa en plan cebolla.

1- Callejear y comprar productos típicos

Comenzamos por la Avenida 16 de julio, conocida como El Prado, una de las aristas principales de la ciudad. Llegamos a la plaza San Francisco, donde se ubica la iglesia del mismo nombre y el Mercado Lanza (de comida, libros, flores, panes…) y desde ahí subimos por la calle Sagarnaga hasta el Mercado de las Brujas, que se ubica en la calle Illampu. En este Mercado, que realmente se trata de un conjunto de tiendas en una zona de la calle, se venden remedios curativos naturales para cualquier “mal” y ofrendas para rituales, dedicados entre otros a la Pachamama, y productos esotéricos y exóticos como fetos de llama. Recorrimos toda esa zona (calle Linares, Murillo, Jiménez…) que se encuentra plagada de tiendas de objetos y prendas típicas de Bolivia, donde se pueden obtener muy buenos precios (después de regatear bien, claro ;-)) y volvimos a la plaza San Francisco para cruzar la Avenida Pérez hacia la calle Jaén, la calle más antigua de La Paz donde se ubican multitud de museos para lo pequeña que es… acabando por la Plaza Murillo y alrededores para completar la visita.

Es decir, callejear, callejear, callejear…

2- Subir a Mi Teleférico

Son tres las líneas que conforman este “metro aéreo”, un medio de transporte perfecto para esta ciudad en altura que no para de crecer: la amarilla, la roja y la verde.

Mi TeleféricoNosotros fuimos hasta Sopocachi, el barrio de estilo más “occidental” de La Paz y tomamos la línea amarilla (en la parada del mismo nombre) hasta el mirador de Qhana Pata, en El Alto (una ciudad diferente a La Paz pero limítrofe totalmente con ella, realmente parecen una sola…). Desde ahí las vistas son espectaculares y te permite zambullirte más aún en la inmensidad y la extensión de La Paz.

Desde Qhana Pata fuimos en autobús hasta la zona de La Ceja, un barrio de El Alto con un mercado también inmenso y lleno de ambiente, donde tomamos la línea roja para disfrutar de otra perspectiva de la ciudad, desde Jach’a Qhathu hasta Taypi Uta, que te permite pasar por encima del cementerio de la ciudad.

En ambos trayectos se pueden observar cómo algunos tejados han sido decorados con graffitis y colores vivos para deleitar a los turistas y pasajeros del teleférico… ¡Street Art en estado puro!

Mi Teleférico

Aunque nosotros no lo recorrimos, la línea verde empalma con la línea amarilla, con lo que se pueden recorrer las tres y hacer un hat-trick en un mismo día para obtener una experiencia completa de La Paz desde las alturas…

3- Recorrer el Valle de la luna

Este valle, ubicado a las afueras de La Paz, es un conjunto de formaciones de rocas arcillosas y erosionadas que parecen exportadas directamente de la luna. De hecho, cuentan que su nombre se lo dio Neil Amstrong cuando visitó la zona (ojo, esta referencia es de dudosa veracidad aunque lo diga la Wikipedia… jejeje). Nosotros tuvimos la suerte de que Martin, el hijo de la propietaria del piso en el que nos alojábamos, se ofreció a llevarnos hasta allí aprovechando para ver la ciudad desde diferentes alturas, contemplando las diferencias entre edificios antiguos y nuevas construcciones, entre las viviendas de los más pobres y los más ricos… así que no podemos ofreceros mucha información sobre cómo llegar hasta allí en transporte público. Aun así, sabemos que hay infinidad de tours operados por agencias locales que incluyen una visita a este valle y a Chacaltaya (un monte cercano) en el mismo día por precios razonables.

Lo que sí podemos compartir con vosotros es que se trata de una visita entretenida, pues caminar entre los elementos de tal escenario te hace soltar un “wow” cada 10 pasos: por la profundidad del terreno, por las formas caprichosas que ha adquirido, por el horizonte que produce e incluso por los animales que te puedes cruzar de repente en el camino, como las vizcachas…

Acceder al Valle de la luna tiene un coste de Bs15 por persona, y te permite hacer 2 recorridos (y acceder al baño y a una pequeña exposición de fotografías y pinturas locales ;-)): uno de 15 minutos y otro de 45. Nosotros nos decantamos por el de 45, que nos dejó tan satisfechos que no hizo falta que fuéramos al segundo.

4- Visitar Tiahuanaco

Tiahuanaco (o Tiwanaku) es el nombre que reciben las ruinas de una ciudad que perteneció al imperio del mismo nombre, una civilización preinca que se extendió por Perú, Bolivia, Chile y Argentina y que se inició alrededor del año 1000 a.C y duró hasta el 1000 d.C.

Estas ruinas constan de dos grandes espacios (el área Kalasaya y el área Puma Punku) que se pueden visitar y recorrer a pie, en los que se encuentran varias construcciones tanto religiosas como civiles que representan la distribución y carácter de la época. La Puerta del Sol, un templo semisubterráneo, la pirámide de Akapana, el Puma Punku o el monolito Bennett, son algunos de los principales monumentos que se deben visitar.

 

La entrada, que tiene un precio de Bs80 por persona, incluye también la entrada al Museo lítico (donde se encuentra el monolito Bennett, el más grande de los conservados), y al Museo cerámico, donde además de apreciar algunos otros restos, es posible entender mejor la historia de la civilización, su cronología y esencia.

En nuestro caso, decidimos hacer la visita por libre y “autoinformarnos” con las guías y las webs que llevábamos descargadas, pero también es posible contratar los servicios de algún guía local que te va explicando la historia in situ. En total la visita puede llevar unas 3 horas.

Para llegar hasta allí se debe tomar un minibús que parte del cementerio y que tiene un coste de Bs15 por persona y tarda entre hora y media y dos horas en llegar hasta allí… (lo más lento es la parte de la salida de la ciudad).

La verdad es que con las ruinas incas que vimos después en Perú, Tiahuanaco ha quedado en nuestro recuerdo como un espacio poco conservado y pobre… no sólo por el tamaño relativamente reducido de las ruinas, sino porque el paso del tiempo y las condiciones climatológicas hacen que no sean tan impresionantes como podrían.

5- Ver un partido de fútbol

Nosotros tuvimos la suerte de poder asistir al derbi Bolívar-Strongest, los dos principales equipos de la liga boliviana, ambos de La Paz. El resultado final fue de 1-1, así que todos contentos 😉

Si casualmente es domingo, y juegan los dos principales equipos de la liga boliviana en el estadio más importante de la ciudad… no podíamos dejar de ir a ver un partido de fútbol por Bs80 y empaparnos de un ambiente realmente intenso y pasional de la ciudad. Los trajes típicos se mezclan con los colores de las camisetas y sudaderas de las aficiones. Se venden trozos de corcho blanco para poner en los asientos por lo incómodos que son. Los vendedores de empanadas, salchipapas, cocacolas que no son cocacola sino un refresco de color marrón dulce pero insípido, pulseras de los colores de los equipos e incluso algodón de azúcar se mueven incansables por las gradas gritando el contenido de sus bandejas para intentar agotar sus productos… y las canciones populares (muchas de ellas con tonalidades que nos resultaban conocidas, pero con letras adaptadas) se coreaban con intensidad como en cualquier otro campo europeo.

6- Cocinar y cenar con tus compañeros de piso y tus hosts

Y por último, pero no por ello menos importante, dedicamos una tarde/noche a preparar un rico arroz a la cubana (lo de rico lo dijeron nuestros comensales, que conste ;-)) el día antes de dejar la maravillosa Paz para acabar de condimentar nuestra estancia. Como varios de nuestro invitados eran vegetarianos nos decantamos por un arroz a la cubana con plátano frito. Fue fácil encontrar plátano para cocinar (y gracioso cuando preguntamos por el “plátano macho” y las mujeres del mercado nos miraban con sorna porque ése no es un término que allí se utilice… allí recibe el nombre de plátano postre) y no tanto saber qué arroz elegir… ¡Había tantos en el supermercado y ninguno era como el arroz Sos de toda la vida! Pero finalmente salimos airosos de nuestro intento cocinitas. El arroz quedó en su punto (y un japonés lo aprobó). La salsa de tomate que hicimos con una especie de “sopa” de tomate de bote no quedó ni dulce ni agria. Y el plátano estaba sencillamente delicioso (producto de la tierra…). El huevo no tenía más misterio que ser un huevo frito, así que acompañó perfectamente a las montañitas de arroz que presentamos como si fueran elevaciones del Valle de la luna… 😀 Y para beber, Bruno y Martin trajeron un rico vino tinto que quedaba que ni pintado… Especialmente el vino dulce de Martin triunfó y la botella desapareció sin darnos ni cuenta.

Cena con nuestra familia de Airbnb

De postre la madre de la familia nos obsequió con unas manzanas hervidas espolvoreadas con canela y rellenas con almendras y pasas… ¡Buenísimas! Pero lo mejor de la velada fueron las conversaciones sobre la vida y el mundo, los intercambios de opiniones sobre la realidad de Bolivia, la visión de la familia sobre su país, el compartir experiencias y batallitas viajeras… porque Rosario había viajado mucho de joven y la habían acogido tan bien que ahora quería devolver ese trato a otros viajeros. Pero sobre todo, lo mejor fue la sensación de sentirnos como en familia.

Ante tan completo plan, sólo nos faltó una cosa: ver el monte Illimani de fondo, presidiendo la ciudad… El tiempo hizo que no se asomara ninguno de los días que pasamos allí, así que ya tenemos un buen motivo para voler 🙂

Información práctica

Cómo llegar: Desde Uyuni nosotros tomamos un autobús cama que salió a las 20h de Uyuni y llegó a las 8am a la terminal de La Paz. No era ni la opción más barata ni la más cara, sino una intermedia: Bs300 los 2 pasajes. con una compañía relativamente nueva (inició sus servicios para el Dakar de 2014): Illimani. Existen numerosas opciones para desplazarse desde Uyuni hasta La Paz, a nosotros nos ayudó a decantarnos que nos informaron de que los autobuses eran nuevos y que había muchos japoneses en la lista de pasajeros (lo que casi te asegura un trayecto silencioso).

Dónde dormir: En este caso elegimos nuestro alojamiento por Airbnb, una habitación de una casa particular. Tuvimos mucha suerte porque la habitación que habíamos reservado realmente era una aislada de la vivienda principal y nos acabaron ubicando en un apartamento reformado con otros viajeros 🙂

Qué comer: En La Paz, como en otras tantas ciudades de Bolivia, un lugar genial para comer son los mercados, con sus menús de sopa y segundo plato de carne o pescado acompañado de arroz. Pero sobre todo, su comida callejera de empanadas (salteñas). La cerveza Paceña está deliciosa.

Nota: Todos los precios de este artículo están en bolivianos en el cambio de ese momento que era 1€ – Bs7,70