Descubriendo Bolivia: Santa Cruz de la Sierra, Sucre y Potosí (Parte I)

El viernes 20 de febrero de 2015 atravesábamos la frontera de Brasil para llegar a un país lleno de nuevos colores, ciudades de altura y tradiciones mantenidas como pocos en América Latina. Así comenzaba nuestra aventura descubriendo Bolivia durante 17 días.

Santa Cruz de la Sierra

Nuestra ruta por Bolivia comenzó por una ciudad más bien poco turística: Santa Cruz de la Sierra.

Santa Cruz de la Sierra se convirtió en un destino casi obligado porque, aficionados como somos a cruzar las fronteras por tierra, decidimos que nuestra entrada a Bolivia sería a través de la frontera con Brasil, entre los pueblos de Corumbá (Brasil) y Puerto Quijarro (Bolivia) que a su vez se conecta a través de un tren más que interesante con Santa Cruz de la Sierra. Pero eso forma parte de otra historia 😉

Frontera entre Brasil y Bolivia

Al llegar a Santa Cruz, la ciudad más poblada y cara de Bolivia, comenzamos a investigar dónde alojarnos y qué visitar. Es una ciudad urbanísticamente muy sencilla, con un centro en el que se encuentra la catedral y la plaza 24 de septiembre, una de las más concurridas de la ciudad, en torno a la cual se extienden sus calles de forma más o menos cuadriculada y se rodean por varios anillos que la conectan circularmente.

Mapa de Santa Cruz de la Sierra

Nos fuimos hacia el centro caminando desde la Terminal Bimodal, donde nos dejó el tren Ferrobús, el que nos trajo de Puerto Quijarro, y allí encontramos un hotel sencillo, limpio y con wifi, el Hotel Milán (Bs210/noche hab. doble con baño privado), donde comparando calidad-precio decidimos alojarnos por una noche. Dejamos nuestras mochilas y nos fuimos a conocer los alrededores: la misma catedral, la plaza, las calles de alrededor, un Paseo de Artesanía que estaba justo al lado… y cuál fue nuestra sorpresa cuando encontramos, sin buscarlo, la sede recién inaugurada de la peña barcelonista de Bolivia “Los capos del BARÇA” mientras se disputaba un partido contra el Málaga!!! 🙂 Allá que nos metimos y disfrutamos con ellos de un entorno culé, una cerveza Paceña y de un photocall estupendo. Del partido, mejor no hablamos… aquel día tocó perder.

Para comer, y dado que era sábado, nos fuimos caminando a las afueras de la ciudad, a las Cabañas del Pirai, un paseíto de una hora. La vuelta la hicimos en un microbús que la gente paraba por la calle y costaba Bs2 independientemente del trayecto. Después descubrimos que éste es el medio urbano de transporte más común en Bolivia, y que Bs2 era un precio caro para el país comparado con su coste en otras ciudades…

Las Cabañas del Pirai son un espacio junto al río del mismo nombre, un poblado de cabañas restaurantes al que los habitantes de Santa Cruz suelen ir en familia durante el fin de semana a disfrutar de un plato típico de la región y quizás alguna otra actividad, como paseos a caballo o en quad junto al río. ¡Había decenas de niños intentándonos convencer de que montáramos en su caballo y nos sacáramos fotos! Nosotros nos decantamos por comer tranquilos y disfrutar del ambiente sin gastar más. Pedimos un majadito de pato (pato desmenuzado mezclado con arroz), que se acompañaba de plátano y huevo frito, y un plato de Tatú, lo que nosotros conocemos por “armadillo” (sí, sí… se come, tiene mucha carne y hasta está bueno!!!), que venía acompañado también con majado de pato, patatas fritas y ensalada. Había muchos otros platos, como cola de lagarto o pato a la brasa, y los habríamos probado todos… pero era demasiado, ¡hasta para nosotros! XD Además, el menú era prácticamente el mismo en cada sitio, así que elegimos siguiendo la norma clásica: vete a donde haya más gente local comiendo.

Por la tarde volvimos y nos quedamos dando un paseo por los alrededores de nuestro hotel. Estábamos cansados y al día siguiente continuábamos la ruta, así que no era plan de abusar 😉

Sucre

Llegamos a Sucre un domingo a las 14:15h, tras un vuelo de media hora desde Santa Cruz con la aerolínea Bolivana de Aviación (BoA). Compramos el billete de avión el día antes, con lo que nos salió un poquito más caro de lo que podría haber sido, más de 400 bolivianos por persona (46€), pero preferimos hacerlo cuando vimos que el bus tardaba 15 horas por carreteras en condiciones cuestionables…

Boliviana de Aviación

Llegamos al hostal Travelers Hostel (Bs36/noche x persona en habitación de 4) con un bus urbano que se tomaba a la salida del pequeño aeropuerto y que costaba Bs2 por persona. Nos dejó en el centro y tras 10 minutos a pie llegamos al alojamiento. La experiencia en el hostal fue terrible, nos tocó compartir habitación con una pareja argentina desordenada, sucia e irrespetuosa.

No nos dio tiempo de ver el mercado de Tarabuco, que habíamos leído como actividad destacada imprescindible en domingo, un mercado popular en el que se puede apreciar la cultura indígena y el intercambio de productos autóctonos y que se encuentra a una hora aproximadamente en transporte público… Así que nos fuimos a recorrer la ciudad.

Comenzamos por la plaza 25 de Mayo y las calles que la rodean. Encontramos un mercado callejero en el que se vendía de todo y acabamos en el Parque Bolívar. Os podéis imaginar cómo era el parque principal de la ciudad una soleada tarde de domingo: lleno de vida, niños correteando y jugando, puestos de comida con dulces, zumos, pizza…, artistas callejeros (la mayoría argentinos), caballos y quads para pasear, y lo que a Jaume más le gustó: los karts. Aunque la mayoría eran para niños, encontró uno en el que más o menos pudimos encajar los dos (a pesar de ser un 25% más altos que cualquier boliviano medio…) y dar la vuelta al parque por Bs20. Unos 10 minutos de diversión tonta pero que te hace soltar carcajadas a lo grande. ¡Ah! También había unos cochecitos para los más pequeños que eran teledirigidos por sus padres. ¡Un parque lleno de vida y diversión al estilo local!

A la mañana siguiente lo primero que hicimos fue subir hasta el mirador de la Recoleta. Una terraza desde la que se ven varios de los siete cerros sobre los que se asienta la ciudad de Sucre. Casualmente estaba al final de la calle donde se encontraba nuestro hostal, así que nos fue fácil llegar hasta él. Eso sí, con un esfuerzo considerable de energía en las piernas y capacidad pulmonar, tanto por la subida como por la altura… Sucre, que se sitúa ya a 2750 metros sobre el nivel del mar, es una ciudad llena de subidas y bajadas, que incluso a los autobuses urbanos les cuesta abordar, y lógicamente para llegar a la zona alta de la ciudad hay que pasar por empinadísimas cuestas que, si además llueve, como nos pasó a nosotros, resbalan un montón.

Junto al mirador se encuentra un colegio que permite que sus alumnos jueguen en el patio contiguo y un conjunto de unos 10 puestos de artesanía boliviana, lo que hace que la subidita valga aún más la pena 😉

Después de subir toca bajar… y eso hicimos, camino del centro para recorrer las calles con la actividad propia de un día laborable. Aprovechamos para pasar por el Palacio de Gobierno delante de la plaza 25 de mayo, donde una policía boliviana nos explicó muy amablemente algunas de las actividades y los hitos históricos de esta ciudad colonial, invitándonos a visitar el edificio. Subimos hasta su cúpula, recorrimos sus pasillos, nos asomamos a alguna de sus instancias y pudimos ver la grandiosidad de épocas pasadas.

Plaza 25 de mayo

De ahí nos dirigimos a la calle Junín, junto al Mercado Central, una vía llena de autobuses urbanos, para tomar el que nos llevaría hasta el Parque Cretácico de Sucre. Un lugar increíble junto a una fábrica de cemento, a unos 7km del centro de la ciudad, donde se encuentran más de 5.000 huellas de dinosaurios del período cretácico. Lo bueno del parque es que no sólo se ven las huellas, sino que proyectan un documental en la sala de audiovisuales, dispone de réplicas a tamaño real de las principales especies de dinosaurios que se conocen, cuenta con un museo y numerosas placas y pósters informativos sobre la formación y evolución de la tierra, de los dinosaurios y, en concreto, de las huellas. Y, por supuesto, también se pueden visitar las huellas en el lugar original donde se encontraron y es posible estar a escasos 3 metros de ellas 🙂 Esta visita sólo es posible realizarla en un tour guiado (bilingüe: español e inglés) que tiene lugar cada día a las 12h y 13h, siempre y cuando no llueva.

Nuestra visita completa al parque duró desde las 11h hasta las 13:30h y en ese momento nos volvimos al centro utilizando el mismo autobús H y decidimos ir a comer al Mercado Central de Sucre. Menuda sorpresa cuando descubrimos el comedor (a la derecha, subiendo unas escaleras) en el que se vendían unos platos combinados completísimos por Bs10… ¡Delicioso e increíble! Todos los platos suelen constar de una o dos piezas de carne acompañadas de arroz o pasta, patata cocida y un poco de ensalada y se sirven en unas mesas que son comunes para todos los puestos en las que se encuentran la sal, las servilletas… Así que donde pides la comida, pagas y te sirven el plato en tu mesa junto con los cubiertos. Mejor relación calidad-precio… ¡¡¡imposible!!! Para completar el evento culinario bajamos a la sección de pasteles de la planta de abajo y nos pedimos un trozo de un pastel de vainilla por Bs3. En Bolivia las indígenas (u originarias, como prefieren ser denominadas) cocinan unos pasteles de unos 15cm de alto, hechos con un bizcocho esponjoso y muy sabroso, con una fina capa de relleno de diferentes sabores, completamente recubiertos de nata y adornados con otros dulces, hasta con Oreo, que son increíbles…

Ya con el estómago bien lleno fuimos a por nuestra mochila, que habíamos dejado en el hostal, y directos a la estación de autobuses para tomar el que nos llevaría hasta Potosí en tres horitas, de 16h a 19h, por Bs20 por persona con la compañía Emperador. Un viaje con unas cuantas curvas, en un bus sin aire acondicionado pero con música latino-boliviana de fondo, con personas que subían y viajaban en lugares en los que parecía que no había nada, con chicas que te ofrecían comprar dulces o huevos cocidos desde abajo, por las ventanas, cada vez que el bus paraba en algún control… una inmersión más realmente entretenida en la cultura boliviana 😀

Potosí

Dakar PotosíEl ambiente de la ciudad de Potosí nos gustó desde que nos bajamos de la ciudad. Hacía frío y percibimos que la gente vestía algo más elegante que en las otras ciudades que habíamos visitado. La gente era muy amable y algo más abierta. Una vez más tomamos un bus hasta el centro (siempre consideramos el centro alrededor de la plaza principal de la ciudad) y buscamos dónde quedarnos. Habíamos visto que los alojamientos por las webs que normalmente consultamos eran muy caros, así que decidimos ir a la aventura y buscar algo más económico… y lo conseguimos en el Hostal La Casona 🙂 (Bs190/noche hab. doble con baño privado) Ya ubicados y sin mochilas nos fuimos a dar una vuelta y a buscar algo para cenar. Recorrimos la calle Bolívar, una de las principales y con más ambiente de Potosí, y acabamos en un primer piso de una de sus bocacalles que estaba llena de locales, el Mama Pancha, un restaurante casero donde pedimos un silpancho, un plato combinado de pollo rebozado (tipo milanesa de pollo, pero con un filete muy muy finito) con patatas fritas y ensalada, con una coca-cola de 600ml servida, por supuesto, en botella de vidrio 😀 La cena nos costó en total Bs23.

Tras una noche fría bien acurrucaditos bajo las mantas de nuestro hostal, pues no funcionaba la calefacción, nos levantamos para recorrer el centro histórico de Potosí y planificar las actividades de ese día y el siguiente. Comenzamos visitando la oficina de información de turismo para saber qué podíamos visitar y cambiamos por completo nuestros planes. Decidimos comenzar saliendo de la ciudad para disfrutar del Ojo del inca, una laguna de aguas termales que se encuentra a unos 5km del centro y a la que se llega con un bus (Bs5) que sale con bastante frecuencia (en cuanto se llena) del Mercado Chuquimia en dirección Tarapaya/Miraflores y que tarda unos 35 minutos en llegar hasta allí. Después del bus hay que caminar unos 15 minutos por un sendero de curvas cuesta arriba para acceder al recinto del ojo, cuyo precio es de Bs10 por persona. Este importe permite permanecer en el lugar, bañarte o utilizar el servicio todo el tiempo que quieras. Algunas personas incluso acampan. Nosotros disfrutamos de una hora larga junto y dentro del agua de la laguna, que estaba a 30º, rica en azufre y otros minerales por las rocas volcánicas que rodean el lugar y que provocan su temperatura y que se forme una arcilla beneficiosa para la piel. La laguna tiene forma circular y una profundidad de metro y medio en la orilla y 22 metros en el centro, como si fuera un cono. La paz y la quietud que se sentían en el lugar eran indescriptibles…

Al mediodía volvimos a Potosí en el mismo autobús y nos dirigimos a la Iglesia-convento de los franciscanos. Comimos algo por el camino y a las 15h estábamos ya preparados para una visita guiada por el claustro, la iglesia, las catacumbas y el tejado del edificio que costaba Bs15 por persona. Fue una hora y media de recorrido por la historia del convento y de la iglesia; el origen y sentido de sus cuadros, muebles y estructura; las leyendas en torno al Cristo de Veracruz (los milagros que obró, cómo un monstruo marino lo llevó hasta la iglesia o el crecimiento de su barba y cabello…); los restos y las costumbres de los cuerpos que se enterraban en las catacumbas; y por último, un ascenso al tejado de la iglesia para poder disfrutar de unas completas vistas de la ciudad de Potosí y del Cerro Rico, la montaña cuyos minerales llevan siendo 500 años explotados a través de la minería, que hizo un día de Potosí la ciudad más rica de América Latina y que aún hoy es su principal motor económico. Nosotros decidimos visitar las minas a la mañana siguiente y conocer bien de primera mano la experiencia actual de los mineros.

La visita por la iglesia-convento nos encantó, tanto por su guía, Patricia, como por el contenido y el grupo de 13 angloparlantes que se juntó a mitad del tour con su propia guía venezolana que iba traduciendo a la nuestra (aquello parecía una clase de inglés cuando tocaba mencionar el tenebrismo, los estigmas, los serafines o al tetramorfos… jeje). Tras ella, fuimos a visitar la calle Boulevard/Sucre, una zona llena de tiendas de artesanía boliviana que acababa en un mercado también de artesanía, donde se podían adquirir un montón de prendas típicas a buen precio (tras el regateo, por supuesto 😉 ).

En el camino dejamos otras iglesias, miradores y la Casa de la Moneda, un museo de la historia de la ciudad muy recomendado cuyo precio era de Bs40… Nosotros decidimos seleccionar de entre las múltiples actividades que te permite realizar la ciudad de Potosí, y estas son con las que nos quedamos, pero ya os digo que sus posibilidades son muy variadas!!! 🙂

Para la cena decidimos volver a la calle Bolívar, cuyo ambiente de tiendas, bullicio, vendedores callejeros… nos había encantado, y nos pedimos una hamburguesa completa y sin picante por Bs6 bolivianos… ¡No llegaba a un euro!

Y a descansar que a la mañana siguiente tocaba… ¡actividad de las intensas! Y es que a las 9h estábamos ya en la puerta de la agencia Andes Salt Expeditions para iniciar nuestra visita guiada por una de las minas del Cerro Rico. Una experiencia única que os explicaremos en un artículo propio… 🙂

A la vuelta… ¿sabéis a dónde fuimos a comer? ¡Pues al Mercado Central! 🙂 Después de nuestra buena experiencia 2 días antes en Sucre, decidimos repetir en Potosí. Así que allá que nos fuimos, a buscar el comedor del mercado en busca del “plato chollo”… ¡y vaya si lo encontramos! Pero esta vez en formato de menú, ¡con 2 platos! Uno de sopa de mani, con patata, zanahoria, un poco de pasta y una verdura tipo acelga, y un segundo plato combinado, al estilo de los que había también en el mercado de Sucre.

Comida en el mercado

Y con todo este recorrido potosino, decidimos continuar… Esta vez, ¡camino de Uyuni! Donde al día siguiente tocaba iniciar un tour de 3 días recorriendo el salar, lagunas, géiseres y otras maravillas de la naturaleza. Así que a las 16h estábamos montados de nuevo en un bus que por Bs30 por cabeza y en 4 horas nos dejó en este pequeño pueblo puerta de un tour que incluía mucha carretera y extraordinarios paisajes.

Continuará… 😉

Nota: Todos los precios de este artículo están en bolivianos en el cambio de ese momento que era 1€ – Bs7,70

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