El desconocido Uruguay, al otro lado del gran Río de la Plata, tenía un encanto particular que me merecía una especial atención: Montevideo, la ciudad natal de Mario Benedetti, mi poeta favorito. Así que en parte por la proximidad geográfica, en parte por la idea de descubrir una región a partir de una ciudad y dejarnos sorprender, convertimos Uruguay en nuestro segundo país-destino en nuestra vuelta al mundo.
Desde Buenos Aires es relativamente económico desplazarse en ferry hasta Colonia, un bonito pueblo uruguayo que conserva mucho de su pasado español y portugués. Desde Colonia hasta Montevideo el trayecto es de apenas 2 horas en ómnibus, como dicen los uruguayos (ni colectivo, mi micro, ni combi… bastantes menos opciones de las que tienen en Argentina ;-)). Y desde Montevideo, acceder a otros pueblos de la costa uruguaya es relativamente sencillo. Así que tras leer opciones por internet, hablarlo con nuestros amigos argentinos que habían estado por la zona y con la recomendación de nuestro “impresor oficial de camisetas” en Barcelona, Nicolás, trazamos la siguiente ruta para 5 días (saliendo el viernes 23 de enero y volviendo el miércoles 28, 5 días completos):
Día 1: Buenos Aires – Colonia – Montevideo
Día 2: Montevideo
Día 3: Montevideo
Día 4: Montevideo – Punta del este
Día 5: Punta del este – Cabo Polonio – Montevideo
Día 6: Montevideo – Colonia – Buenos Aires
Colonia
Colonia es una localidad fundada en el siglo XVII que se puede visitar en medio día. Su atractivo radica en su zona antigua, con restos de la muralla, calles empedradas, sus plazas, su faro, sus vistas al Río de la Plata (llegando incluso a ser posible ver Buenos Aires en la lejanía en los días más despejados) y sus historias de conquistas y reconquistas por parte de españoles y portugueses. A nosotros nos recordó a un pueblo entre andaluz y extremeño, y las 6 horas que estuvimos en él nos dedicamos a pasear tranquilamente por sus calles y plazas.
También tiene un par de playas y restos de una plaza de toros en el interior, pero para llegar hasta ella es necesario tomar algún medio de transporte y este día habíamos decidido hacer nuestra ruta por Colonia a pie, así que… nos lo saltamos 😉
Tras pasar la mañana y disfrutar de una agradable comida en las calles de Colonia, volvimos a la estación de buses, donde habíamos dejado nuestra mochila más pesada para ir más cómodos, pues disponen de servicio de almacenamiento de equipaje bastante económico. La recogimos y tomamos el bus hasta nuestro nuevo destino: Montevideo.
Sólo un detalle. En todos los bares, restaurantes… veíamos carteles de fondo rojo donde ponía “Patricia” en letras bien grandes. ¿Un homenaje hacía mí por haber llegado al país? Nooooo… ¡la principal cerveza en Uruguay se llama Patricia! 😀 También está la Pilnes, pero no tiene nada que ver… Así que os podéis imaginar, a que nueva marca de cerveza nos aficionamos durante 5 días… 😉
- Cómo llegar: desde Buenos Aires hay varias opciones para ir a Colonia, y en general para ir a Uruguay. Nosotros nos fijamos en la información de este post y decidimos tomar el ferry Colonia Express, que en una hora y cuarto te deja en el puerto de Colonia.
- Comida: tanto en Colonia como en todo Uruguay os recomendamos probar el chivito. Un plato de carne que en su versión “canadiense” al menos, se suele acompañar con huevos fritos y pimientos (presentados encima) y una abundante guarnición de ensalada mixta, ensaladilla rusa, puré de patata, patatas fritas… Preguntad porque puede ser perfectamente un plato para compartir… ¡y para acabar más que satisfecho!
- Alojamiento: Dado que estuvimos sólo medio día no hicimos noche en Colonia
Montevideo
Montevideo nos trató excepcionalmente bien, y la culpa de que nos sintiéramos tan a gusto en la ciudad la tuvo en gran medida nuestra host de Couchsurfing, Amparo. Decidimos probar con Couchsurfing para vivir la ciudad desde dentro, con gente local, ¡y vaya si lo conseguimos! 😀
La misma tarde que llegamos fuimos a pasear con Amparo por la Rambla (el paseo marítimo). Nos mostró cómo aquel paseo de 23km de costa era un lugar de encuentro para los montevideanos, que tienen la suerte de poder disfrutar de unos atardeceres espectaculares desde varios puntos del mismo. Pescadores, familias, amigos, runners, ciclistas, tomadores de mate, bebedores de cerveza, fumadores de… ejem, ejem, se juntan a partir de las 8 de la tarde frente al Río de la Plata, se sientan en el césped, en algún banco o muro o en las sillas/tumbonas que llevan desde casa y se deleitan con el espectáculo que les ofrece Lorenzo al despedirse cada tarde. Nosotros tuvimos la suerte de poder contemplar ese primer espectáculo con Amparo nada más llegar a Montevideo y nos enamoró…
Al día siguiente comenzamos la ruta por el interior de la ciudad. Nuestra primera parada fue el punto de información junto al edificio de la intendencia, donde nos ilustraron y nos recomendaron realmente bien qué ver y hacer en los dos días que teníamos para la ciudad. Comenzamos en el mirador del edificio mismo de la intendencia, un piso 22 al que se llega con un ascensor panorámico con dos únicas paradas: piso 0 y piso 22. No apto para personas con vértigo XD
Desde ahí nos hicimos una idea de la disposición de la ciudad: principales edificios, Avenida 18 de julio, ciudad vieja, Pocitos y río con su rambla. Con el calor asfixiante que hacía, decidimos centrarnos en lo más céntrico porque el paseo iba a ser sofocante… y dejarnos también un rato para disfrutar de las playas de la ciudad.
Además, nos dio por hacer el recorrido de una forma alternativa y poética, siguiendo la “Guía Benedetti“, un conjunto de 6 paseos que recorren la ciudad a partir de lugares que formaron parte de la vida real y literaria de este gran autor.
Así pues recorrimos buena parte de la Avenida 18 de Julio, una de las arterias de la ciudad, atravesando la Plaza de la Libertad; la Plaza Fabini, donde pintorescos animales de plástico y luces adornan la zona ajardinada; la Plaza de la Independencia, con su mausoleo al General Artigas y el Palacio Salvo, hermano gemelo del Palacio Barolo de Buenos Aires. Estos dos palacios, obra ambos del arquitecto italiano Mario Palanti, comparten un faro en su parte superior y que “teóricamente” debería cruzarse si se encendieran al mismo tiempo uno señalando hacia el otro… algo literalmente imposible por la distancia física que existe entre ellos.
Atravesamos la puerta de la Ciutadella y la calle peatonal Sarandi hasta la Catedral Metropolitana. Ahí tomamos la Pérez Castellano hasta el Mercado del Puerto. Un mercado bullicioso y lleno de ambiente que parecía el sitio ideal para quedarse a comer. Nosotros no lo hicimos puesto que llevábamos ya comida de casa, si no, nos hubieramos paradao, seguro 🙂 Dicen que en ese mercado es donde -si quieres- debes probar el Medio y Medio, una bebida típica uruguaya formada por vino espumoso dulce y vino blanco seco a partes iguales.
La ciudad está también llena de graffitis que decoran y dan alegría a sus calles. En uno de ellos leímos que “los muros son la voz del pueblo”, y damos fé de que tanto en Argentina como en Uruguay, así es.
Una vez acabado nuestro tour montevideano, hicimos el camino de vuelta por la rambla hasta la playa Ramírez, donde nos bañamos en el Río de la Plata (aunque a todos los efectos parecía un mar… ¡hasta el agua nos sabía salada!) y finalizamos la ruta en casa de Amparo, con un fin de sábado excepcional: ¡asado uruguayo!
Fuimos al supermercado, compramos la leña, la carne: chorizos y tira de asado (¡incluso tienen un corte especial de la vaca para la carne que van a asar!), un par de tomates para ensalada para que no fuera todo carne, una berenjena que también se hizo en las brasas, las patatas para la espera y, por supuesto, la cerveza 🙂 Una vez más… ¡gracias Amparo por la experiencia y por hacer que el fuego prendiera! 😛
Al día siguiente, el domingo, salimos tarde de casa por el calor sofocante que hacía, y decidimos recorrer el mercadillo Tristán Narvaja, al igual que hacen los locales el domingo por la mañana. Un mercadillo muy similar a los de España y, en concreto, al rastro madrileño ¡hasta en la fecha! Sólo en una cosa vimos diferencia, y es que había numerosas jaulas con pájaros, conejos… hacinados, sin espacio apenas para moverse, nos dio mucha pena 🙁
Por la tarde fuimos al parque Rodó, cerca de la casa de Amparo, donde pasamos de lujo las primeras horas de la tarde fresquitos y a la sombra. De hecho, no fuimos los únicos que tuvimos esa idea, jeje. Y después emprendimos una mini excursión hasta Pocitos, otro de los barrios con playa de la ciudad, a tomarnos la típica foto con el cartel de Montevideo. Volvimos por la playa, con los pies en remojo y disfrutamos, como los locales, de otro espectacular atardecer con una Patricia en la rambla.
- Cómo llegar: en bus desde Colonia se llega a la estación de Tres Cruces en 2 horas y 35 minutos. Tres Cruces es la terminal de ómnibus, centro neurálgico de los desplazamientos en bus de la ciudad. La compañía que utilizamos fue COT que como dato interesante suele disponer de wifi en sus vehículos
- Comida: qué más os vamos a contar del delicioso asado que cenamos el sábado noche…
- Alojamiento: Coachsurfing
Punta del este
Punta del este es una ciudad esencialmente de playa. Con edificios muy nuevos, altos, con grandes terrazas y de colores claros. Al seguir todos un estilo muy parecido generan un skyline armonioso y muy acorde con el estilo playero. Realmente Punta del este podría estar en cualquier país con costa…
Esta ciudad cuenta básicamente con un atractivo: el monumento de “La Mano” (o Los dedos) en la Playa Brava. Una escultura gigante enterrada en la arena que representa una persona ahogándose y que pretende llamar la atención de los bañistas para que tengan cuidado mientras nadas en el mar.
Dispone también de una avenida principal, un faro y varios homenajes a la virgen de la Candelaria, algo cuyo origen no conseguimos averiguar… Pero está claro que Punta del Este es una ciudad para ir a la playa y salir de fiesta, poco más 😉
Nosotros contamos con una experiencia más y es que nos dejamos la cámara de fotos y la GoPro en el trayecto en bus desde Montevideo… Cuando nos dimos cuenta, ya en el hostal, de que no teníamos la cámara, casi nos da algo… Finalmente y tras remover cielo y tierra, desde COT nos la devolvieron (¡adoramos esa compañía y a su gente! :-D) y pudimos festejar la recuperación de nuestra cámara nueva y los recuerdos que contenía y que iba a capturar en un restaurante con un nombre muy apropiado: “El Milagro“, donde ponían una pizza que se medía por longitud (un metro, medio metro, un cuarto…) y que si estáis en Uruguay y queréis que tenga queso debéis pedir con “muzzarela”, ¡que no se os olvide!
- Cómo llegar: en bus desde Montevideo con COT tardamos 2 horas 15 minutos
- Comida: Pizza al metro en el Restaurante El Milagro
- Alojamiento: Hostel El Viajero Brava Beach. Más que un hostel era una discoteca con habitaciones alrededor 🙁 No pudimos dormir nada en toda la noche… hubo karaoke hasta las 3 de la madrugada y los huéspedes estaban ahí para todo menos para dormir…
Cabo Polonio
Y finalmente el último día de nuestra estancia en Uruguay nos levantamos prontito (a las 6am) para ir a un lugar mágico, un trocito de paraíso que se ubica al este de este pequeño gran país, en la costa atlántica. Es un lugar al que sólo se puede llegar en camión atravesando dunas, al que apenas llega la electricidad, desde el que no se accede a ninguna red wifi, en el que el agua se saca de pozos, los lobos marinos tienen su propio espacio y no hay cabaña más alta de 3 metros.
Es un lugar tan especial que se merece un artículo propio, así que… continuará 😉